domingo, 8 de diciembre de 2013

Javier Clemente



Javier Clemente ha sido prácticamente desde siempre un personaje al que acompaña una permanente controversia. De esas personas a las que las amas o las odias, sin término medio. Cierto es que es un tío auténtico, que la mayoría de las veces dice lo que piensa y que en todos sus equipos siempre trata de centrar la atención hacia su persona para restarles presión a sus jugadores, y precisamente esta forma de ser y de actuar es la que provoca los encontronazos con la prensa y la ya citada actitud extremista, ya sea de un polo o del otro, hacia su persona. En cualquier caso, todo esto no impide profesar al rubio de Baracaldo el reconocimiento que por sus logros deportivos y su calidad como entrenador se merece, y yo rompo una lanza (y las que hagan falta) en su favor.

Nacido el 12 de marzo de 1950, Javier Clemente comenzó su carrera como futbolista en el Baracaldo, para pasar después a jugar con el Athletic de Bilbao, equipo con el cual debutó el 18 de septiembre de 1968 nada más y nada menos que contra el Liverpool en los 1/32 de la Copa de la UEFA, partido que el Athletic ganó por 2 a 1.


Se desempeñaba como interior zurdo y era una de las grandes promesas del fútbol español, técnico y con gran habilidad en el pase, le llamaban “el nuevo Panizo”. Fue convocado para jugar con la selección española sub-21 y sub-23 y ganó la Copa del Generalísimo con el Athletic de Bilbao en 1969 ante el Elche.


Sin embargo, su carrera como futbolista sufrió un grave revés cuando, con 19 años y en un partido contra el Sabadell, recibió una dura entrada de Marañón. Esta entrada conllevó una rotura de tibia y peroné de su pierna izquierda, lesión que, tras cinco operaciones y varias reapariciones fallidas, obligó a Clemente a retirarse con 47 partidos de Liga jugados con el Athletic en los que marcó 6 goles, 9 de Copa y 6 de competiciones europeas; aunque no sin antes ofrecerle el Athletic de Bilbao un partido homenaje como despedida ante el Borussia Mönchengladbach en San Mamés.


Tras su retirada como jugador, Clemente decidió continuar en el mundo del fútbol como entrenador. En la temporada 1975/1976 dirigió a su primer equipo: el Arenas Club de Getxo, con el que consiguió el ascenso a Tercera División. Posteriormente se sentó en el banquillo del Baskonia (1976-1978, cuando todavía no era filial del Athletic) y del Bilbao Athletic (1980/1981).


Fue en la temporada 1981/1982 en la que Clemente tomaría las riendas del Athletic de Bilbao, cuando el presidente Beti Duñabeitia, recientemente fallecido (el 27 de noviembre de 2013, descanse en paz), apostó por él para sustituir a Iñaki Sáez. Muchos dudaban de la capacitación de alguien tan joven (31 años) como el rubio de Baracaldo para entrenar al Athletic, pero las dudas se fueron disipando poco a poco. Esa primera temporada el equipo terminó cuarto en Liga, y en la siguiente (1982/1983) logró el título liguero de la mano de jóvenes como Zubizarreta, Gallego, Urtubi, Noriega, Liceranzu o De la Fuente, formando con un 4-3-3.
Sin embargo, el mayor éxito llegaría la temporada 1983/1984, cuando el Athletic de Clemente consiguió el doblete ganando la Liga en la última jornada ante la Real Sociedad y pocos días después la Copa del Rey al Barcelona de Maradona y Schuster, por 1 a 0 con gol de Endika y con batalla campal empezada por el propio Maradona una vez finalizado el partido. Para rematar una fantástica temporada, el Athletic también ganaría la Supercopa de España de 1984/1985.


Javier Clemente terminaría dejando el club en la temporada 1985/1986 tras las desavenencias generadas con la directiva al alejar del equipo Sarabia de forma permanente por su falta de disciplina en el campo. Con Clemente fue la última vez que la gabarra salió por la ría, ya que desde entonces el Athletic de Bilbao no ha ganado ningún título.



Finalizada su etapa en Bilbao, su siguiente destino sería el Espanyol. En la temporada 1986/1987 logró terminar la Liga como tercero, mejor posición histórica del conjunto periquito y que le valió para ganar el premio Don Balón a mejor entrenador por tercera vez (también lo había ganado con el Athletic de Bilbao en 1982/1983 y 1983/1984).

Esta tercera plaza en Liga clasificó al Espanyol para la Copa de la UEFA de la temporada siguiente (1987/1988), donde consiguió llegar a la final tras eliminar al Milan de Sacchi y al Inter. Por desgracia, el ganador de esa edición de la UEFA terminaría siendo el Bayer Leverkusen en los penaltis, después de un 3 a 0 en la ida en Barcelona y otro 3 a 0 en la vuelta en Alemania.



En su tercera temporada en el Espanyol, la de 1988/1989, Clemente fue cesado en la jornada 25 con el equipo en la posición 18ª.

El Atlético de Madrid de Jesús Gil sería el equipo que ficharía a Clemente para la temporada 1989/1990. A pesar de ir segundos en Liga, Gil destituyó a Clemente el 27 de febrero de 1990, de nuevo por las diferencias del vasco con el jugador estrella del equipo, esta vez el delantero Baltazar.


Ya en la década de los 90, Clemente volvió a su Athletic para dirigirlo durante la temporada 1990/1991, consagrándose como el entrenador que más partidos del Athletic ha dirigido al superar los 235 de Juan Urkizu. Una mala racha de resultados provocan su destitución tras la jornada 26, con el equipo 17º.

En la temporada 1991/1992, el Espanyol vuelve a recurrir a Clemente, esta vez para evitar el descenso que amenazaba al equipo de Barcelona. Clemente cogió al equipo en la última posición de la tabla en la jornada 19 y logró salvarlo consiguiendo 10 victorias y 4 empates en 20 partidos, terminando la temporada 16º.

El Espanyol quería mantener a Clemente pero fue en ese momento cuando llegó la oferta de la Real Federación Española de Fútbol para convertirle en seleccionador de una España que venía de ser eliminada en el Mundial de 1990 en octavos de final y que ni siquiera había logrado la clasificación para la Eurocopa de 1992. Fue así como se inició una importante etapa para la el combinado nacional y para Clemente, que duraría desde 1992 hasta 1998.



Su primera decisión fue sustituir en la columna vertebral de la selección a los españoles de la Quinta del Buitre (especialmente Míchel y Butragueño), ya en decadencia, por los del Dream Team de Cruyff.

En el Mundial de EEUU de 1994, España cuajó una magnífica actuación, siendo eliminada por 2 a 1 en el fatídico encuentro de cuartos de final ante Italia, por todos recordado por el fallo de Julio Salinas ante Pagliuca en los minutos finales y el codazo de Tassotti ya en el descuento que le partió la nariz a Luis Enrique, provocando un clarísimo penalti que el árbitro no pitó. En este Mundial, Clemente utilizó al Barcelona como base de su equipo, con 9 de los 22 convocados pertenecientes al club azulgrana: Zubizarreta, Ferrer, Goikoetxea, Guardiola, Bakero, Begiristain, Sergi, Nadal y Julio Salinas. No obstante, jugadores como Hierro, Luis Enrique y Alkorta (del Real Madrid) y Caminero (del Atlético de Madrid) tuvieron una importancia capital en aquella selección.



La siguiente cita para el equipo nacional fue la Eurocopa de 1996. Clemente mantuvo a jugadores importantes del Mundial del 94 como Zubizarreta, Hierro, Caminero, Luis Enrique o Nadal, y añadió poder ofensivo al incluir en la lista a Alfonso del Betis y a Pizzi del Tenerife. Sin embargo, y a pesar de hacer otro gran torneo, la suerte no estuvo de nuestra parte y la selección volvió a caer eliminada en cuartos de final, esta vez ante la anfitriona Inglaterra y en los penaltis.


Después de las duras eliminaciones en cuartos tanto en el Mundial del 94 como en la Eurocopa del 96, España parecía tener equipo para hacer algo grande en el Mundial de Francia de 1998. Clemente mantuvo en general el bloque, destacando la inclusión del eterno Raúl y, en menor medida, Morientes y Etxeberría. En la memoria de todos queda el fallo de Zubizarreta ante Nigeria, fallo que no hizo justicia a uno de los más grandes cancerberos españoles de todos los tiempos, pero que a la postre supuso la derrota por 3 a 2 en ese primer partido de la fase de grupos. Un empate ante Paraguay a 0 obligaba a España a ganar el último partido, ante Bulgaria, y que Paraguay no ganara a Nigeria. Nosotros cumplimos con un apabullante 6 a 1, pero Paraguay también ganó su partido y quedamos eliminados. Fue un decepcionante final para una selección que, sin duda, mereció mucho más.


Javier Clemente continuó como seleccionador hasta el 5 de septiembre de 1998, cuando España perdió ante Chipre por 3 a 2 en el primer partido de clasificación para la Eurocopa del 2000. Clemente dirigió al equipo español durante 62 partidos, en los que consiguió treinta y seis victorias, veinte empates y seis derrotas. Entre el 7 de septiembre de 1994 y el 28 de enero de 1998 encadenó una racha de treinta y un partidos invicto. En aquel momento se trataba de los mejores números de un seleccionador español. La España de Clemente fue, para muchos, la selección más competitiva con la que hemos contado nunca.

Su siguiente destino fue el Betis, equipo por el que fue contratado en la jornada 7 de la temporada 1998/1999 yendo último y al que terminó dejando 11º.

En la temporada 1999/2000 se repitió lo acontecido en la anterior, esta vez con la Real Sociedad. El equipo donostiarra contrata a Clemente en la jornada 10 cuando iba 19º y con él termina la temporada 13º.


Continuó en la Real Sociedad en la temporada 2000/2001, pero solo dirigiría al equipo hasta la sexta jornada tras cosechar 1 victoria, 2 empates y 3 derrotas. La prioridad de Clemente era entrenar a otro equipo español pero el reglamento de la Federación Española de Fútbol se lo impedía, por lo que desde noviembre del 2000 a abril del 2001 fue el entrenador del Olympique de Marsella, dejándolo 13º antes de dejar el equipo en la jornada 30.


Un nuevo reto para evitar el descenso se le presentó a Clemente en la temporada 2001/2002, cuando se puso al mando de un Tenerife que iba último en la jornada 27. Sin embargo, 4 victorias, 2 empates y 6 derrotas no fueron suficientes y el equipo terminó en la posición 19, perdiendo la categoría.

En la temporada 2002/2003 fue el Espanyol el que recurrió a Clemente para evitar el descenso después de que el vasco ya lo consiguiera en la temporada 1991/1992. Llegó en la jornada 15 con el equipo penúltimo en la tabla, y terminó el campeonato como 17º, salvándolo por segunda vez del descenso.

El Espanyol lo mantuvo en la temporada 2003/2004, pero fue destituido en la jornada 10 por la mala marcha del equipo.

También en la jornada 10, pero de la temporada 2005/2006, Clemente regresa por tercera vez al Athletic de Bilbao, después de haber pasado la primera temporada de su carrera (2004/2005) sin entrenar a ningún equipo. El Athletic marchaba en la última posición de la tabla y acababa de destituir a Mendilíbar. Tras una impresionante temporada, Clemente consigue que su Athletic remonte el vuelo y termina la campaña 12º. Por ello fue confirmado en el puesto de cara a la siguiente temporada, para la que pidió cinco fichajes: Iraizoz, Raúl García, Gabilondo, Iñaki Muñoz y Sarriegi. Sin embargo, el presidente Lamikiz solo trajo a Gabilondo y Sarriegi, más el por entonces juvenil de Osasuna Javi Martínez. Clemente criticó públicamente la política de fichajes y fue cesado por Lamikiz.


En julio del 2006, Clemente toma el cargo de seleccionador de Serbia. Renovó a una envejecida selección, pero no consigue la clasificación para la Eurocopa del 2008, a pesar de mantener sus opciones hasta el último partido.


En septiembre de 2007 Clemente sufrió un accidente doméstico en su casa de Bilbao que le imposibilitaba viajar en avión hasta Belgrado, por lo que recorrió 2320 kilómetros en automóvil para poder dirigir al equipo. A su llegada fue recibido como un héroe por cientos de aficionados y por la ministra serbia de deportes. Su etapa en Serbia finalizó el 6 de diciembre de ese mismo año, tras 16 partidos en los que consiguió 7 victorias, 7 empates y 2 derrotas.

Irán lo quiso como seleccionador a principios de 2008, pero ante la negativa de Clemente a residir de forma permanente en el país asiático, se dio por cerrado el caso.

Pocos meses después, el 6 de marzo de 2008, el Murcia le contrató como su entrenador para evitar el descenso. La fama de Clemente como apagafuegos fue una constante que le ha perseguido en los últimos 10-15 años de su carrera como entrenador. El Murcia marchaba 19º cuando lo cogió en la jornada 27 y terminó el campeonato en la misma posición, no pudiendo el vasco evitar el descenso esta vez.

A pesar de ello, Javier Clemente continuó en el banquillo del Murcia de cara a la temporada 2008/2009. Esto supuso su segunda experiencia como entrenador en Segunda División, categoría que no pisaba desde que entrenara al Bilbao Athletic en la 80/81. En la jornada 16 el Murcia estaba antepenúltimo en la tabla y Clemente fue cesado.

En la temporada 2009/2010, fue contratado para evitar, una vez más, que un equipo descendiera. Fue el Valladolid, 19º, el que llamó a Clemente a falta de 8 partidos para el final del campeonato. Llegó a la última jornada con 3 victorias, 3 empates y 1 derrota, y con el Barcelona de Guardiola jugándose la Liga como rival. El angoleño Manucho tuvo en sus botas el gol que habría supuesto a los blanquivioletas adelantarse en el marcador cuando el partido todavía iba 0 a 0, pero finalmente no pudo evitarse la derrota. El Valladolid terminó descendido y el Barcelona campeón.

El 17 de agosto del 2010, Javier Clemente fue contratado como seleccionador de Camerún. Bajo su mando, los africanos lograron 3 victorias, 2 empates y 1 derrota que no fueron suficientes para certificar la clasificación para la Copa de África de 2012, por lo que Clemente fue destituido el 24 de octubre de 2011.



La última experiencia, hasta el momento, de Clemente en la Liga española fue con el Sporting de Gijón en la campaña 2011/2012. El equipo asturiano estaba hundido en la tabla, 19º, cuando Clemente llegó en la jornada 24. 5 victorias, 3 empates y 8 derrotas no consiguieron evitar el descenso, a pesar de llegar el equipo con opciones a la última jornada, y no se renovó contrato a Clemente.

A título personal, el 17 de marzo de esa temporada se jugó el que sería su partido 500 como entrenador en Primera División, frente al Granada en el Nuevo Los Cármenes. No pudo celebrarlo con victoria al caer derrotado el Sporting por 2 a 1, pero nadie puede “quitarle lo bailao” a Clemente, que al término de esa temporada contaba con 512 partidos en Primera, siendo el quinto entrenador con más partidos dirigidos en esa categoría solo 2 por detrás de Víctor Fernández.


Hace unos meses, concretamente el 24 de septiembre de 2013, se anunció que Clemente dirigiría al equipo nacional de Libia. Se trata de su cuarta selección desde los banquillos, después de España, Serbia y Camerún, y desde aquí le deseo la mejor de las suertes.


En cuanto a su estilo de juego, siempre se oye en tono despectivo aquello del “patadón parriba”. Esto tiene nombre y se llama jugar con hombre objetivo, un delantero alto y fuerte que domina el juego aéreo y baja los balones para que sus compañeros reciban de cara en una zona del campo rival cercana al área, o directamente para rematar a gol aprovechando esa superioridad de altura y fuerza. Es una estrategia que han utilizado muchísimos equipos y que se seguirá utilizando, porque es realmente efectiva. Ahora mismo me viene a la cabeza el Chelsea de Drogba, jugador al que todo el mundo elogiaba y ponía por las nubes. Drogba es un clarísimo ejemplo de hombre objetivo, igual que lo fue, por ejemplo, Julio Salinas. Aunque cierto es que el africano tuvo una capacidad goleadora superior a la del español, esto ya no entra dentro de las posibilidades del entrenador, quien en cada caso cuenta con los jugadores de los que dispone.

Otra de las formas de jugar de Clemente, grabada a fuego en el ideario colectivo, es el contraataque. Cierto es que el vasco siempre ha gustado de equipos rápidos y fuertes, con brega y lucha para recuperar el balón y salir al contraataque, ¿pero qué entrenador no gusta de esto? El Real Madrid, sin ir más lejos, lleva los últimos casi 20 años jugando al contraataque, desde que cesaron a Valdano en la temporada 1995/1996. El aspecto clave de jugar al contraataque es dónde se ejercer la presión para recuperar el balón. Los equipos con menos recursos suelen presionar en campo propio, mientras que otros como puede ser el ya mencionado Real Madrid, pueden permitirse una presión en campo rival. Todo depende del equipo que tengas y los jugadores de que dispongas. Si a un entrenador le das un equipo que va último en la tabla a 10 jornadas del final, nadie en su sano juicio esperaría que ese equipo saliera a dominar el partido, ya sea con la posesión o con la presión. Eso es lo que le lleva pasando a Clemente los últimos 15 años.

Clemente gusta del juego directo, utilizando hombre objetivo y aprovechando las posibilidades de contraataque, todo ello unido a un trabajo constante de presión y lucha sobre el campo. La gente que vio al Athletic de Bilbao de las 2 Ligas coincide en que ver al equipo, sobre todo en San Mamés, era ver una apisonadora por la fuerza y energía con la que presionaban arriba al rival y atacaban una y otra vez.

Javier Clemente no deja de ser un gran entrenador incomprendido, al que la aparición de internet (más o menos con fuerza desde el 2000 para adelante) ha perjudicado al mostrar solo los partidos de los equipos que cogía prácticamente ya descendidos, con los que ni él ni ningún otro entrenador podría generar un fútbol efectista y efectivo. Pero todo lo logrado, sus títulos y su larguísima carrera profesional, estarán ahí para siempre.



Mucho ánimo y mucha suerte, Javi, y un fuerte abrazo.

1 comentario:

  1. Muy bien escrito tio. Es alucinante la trayectoria de Clemente. Animo...

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